Esta crisis debe llevar a un cambio que beneficie a todos

El mundo lleva más de 6 meses afrontando la pandemia causada por la COVID-19. Algunos países han contenido el virus mejor que otros. En los Estados Unidos, el recuento de casos y las muertes lideran los índices mundiales. Millones de personas están sin trabajo mientras que los beneficios del gobierno amenazan con desaparecer. Los inquilinos están a punto de ser desalojados de sus casas, y los propietarios pueden ser los siguientes. Estamos viendo largas filas de gente para conseguir comida, hospitales abrumados, padres y estudiantes ansiosos, y una gran cantidad de complicaciones que ocurren cuando las personas no pueden satisfacer sus necesidades básicas.

Es un desastre –y me siento muy mal por cualquiera que tenga que estar preguntándose cómo mantenerse a sí mismo y a sus seres queridos a salvo y seguro–.

Si logramos controlar la COVID-19, cuenten conmigo entre los individuos que no quieren que la sociedad vuelva a la normalidad. El virus y las continuas protestas por problemas raciales y de equidad han puesto de manifiesto las desigualdades y deficiencias inherentes a nuestra sociedad. Nos hemos visto obligados a cuestionar décadas de inversión insuficiente en escuelas, hospitales y salud pública que han dejado a las personas y a los sistemas sin preparación para esta lucha.

Está claro que en los Estados Unidos no vamos a ver una «recuperación en forma de V» que rebote nuestra economía a nuevas alturas. Las encuestas realizadas a empresas y desempleados muestran que cada vez más personas se dan cuenta, independientemente de las intervenciones del gobierno, de que muchos de sus trabajos no van a volver. A nivel mundial, la situación no es más prometedora. Los estudios muestran que la COVID-19 y sus repercusiones económicas exacerban la desigualdad y el desempleo en lugares como Sudáfrica y Brasil.

Entonces, ¿cómo podemos reimaginar nuestra sociedad y reconstruirla de manera diferente? ¿Y cómo pueden las entidades sin ánimo de lucro ayudar a marcar el camino? Tendremos que ver cómo trabajamos con las empresas, los gobiernos y la tecnología.

Primero, hay soluciones inmediatas. En mayo, United Way expandió nuestro programa Ride United en los Estados Unidos para llevar comida a los lugares donde vive la gente, en lugar de hacerlos esperar en filas durante horas. Con el apoyo de la Fundación Rockefeller, nos asociamos con Door Dash para lanzar el programa de entrega «última milla», que lleva alimentos y suministros a las poblaciones vulnerables. El programa cuenta con el apoyo del teléfono de asistencia de United Way 2-1-1, un servicio vital que conecta a las personas con los recursos y la asistencia. Hasta la fecha, hemos facilitado más de 400.000 entregas de comida en Estados Unidos.

United Way Corea está apoyando un programa similar en Indonesia, donde la COVID-19 interrumpió la cadena de suministro de alimentos. Ahora, los agricultores con bajos ingresos pueden utilizar una aplicación para conectarse con los conductores de camiones y motocicletas locales y hacer que sus productos sean entregados a las cocinas de los voluntarios y a las familias que los necesiten.

A medida que avanzamos, es necesario ampliar este tipo de programas que reúnen a los sectores para resolver problemas colectivos. Sin embargo, mientras que las organizaciones sin ánimo de lucro y la sociedad civil en todo el mundo están trabajando arduamente en este momento, los recursos son finitos y la mayoría de las organizaciones sin ánimo de lucro esperan recaudar menos dinero este año que en 2019. Para aliviar la situación en los EE.UU., United Way y otros grupos están retomando nuestra lucha para que el Gobierno apoye con el Programa Cheques de Pago a más organizaciones sin ánimo de lucro y presionando para que la deducción fiscal por donaciones se incremente y esté disponible para más declarantes de impuestos, entre otras disposiciones.

Este es un momento crítico para las organizaciones benéficas, ya que es probable que las organizaciones sin ánimo de lucro se enfrenten a un difícil entorno de donación en el futuro inmediato, ya que las cuentas bancarias están al límite por la pandemia y la recesión económica resultante.

Para que las organizaciones sin ánimo de lucro ayuden a la sociedad a reconstruirse con más fuerza, con nuevos sistemas sanitarios, económicos y sociales que permitan a todos tener una oportunidad justa de tener una vida exitosa, debemos adoptar nuevas ideas y formas de trabajo. Así como la tecnología digital está ayudando actualmente a conectar a las personas con recursos críticos, también las organizaciones sin ánimo de lucro deben utilizarla para conectarse con nuevos donantes y mostrarles el impacto que estamos teniendo en las comunidades. También será fundamental, mientras nos centramos en las necesidades inmediatas, tener una visión de futuro y demostrar que nuestro sector está luchando por una vida mejor para todos.

Cuando la COVID-19 esté finalmente bajo control, el trabajo duro apenas comenzará. Como resultado de la pandemia, se espera que la pobreza mundial aumente por primera vez desde el decenio de 1990. Millones de personas y familias habrán rebotado de una crisis a otra, habiendo intentado arreglárselas en un mundo socialmente distante. Las pequeñas empresas que sobrevivan a la crisis funcionarán de manera diferente, y las que no lo logren serán propiedad de una minoría desproporcionada. La confianza de la gente en las instituciones tradicionales será menor que nunca.

No habrá mejor momento para pensar de manera diferente. Los gobiernos se han esforzado por satisfacer las necesidades de la gente. Las protestas de Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) están iluminando las desigualdades raciales y étnicas de la sociedad. Si nosotros, como individuos, organizaciones sin ánimo de lucro y la sociedad, no estamos preparados para escuchar y debatir honestamente las grandes ideas y las grandes soluciones, volveremos de nuevo al punto de partida.

Todos nosotros debemos mirarnos en el espejo y aprender del tumultuoso 2020 para reconstruir un mundo más fuerte, más inclusivo y más sostenible. El trabajo comienza ahora.

 

Brian Gallagher
President & CEO of United Way Worldwide

Ilustración: Ignacio Hildebrandt

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