¡¡Cáscaras!!

 

¡¡Cascaras!!

Un día normal, redondo y ordenado, recibo un email. Me piden si me apetece escribir algo, lo que sea… Pues parece interesante. Miro con detalle y veo que debe tener un tema común, “FILANTROPÍA”… Holaaaaa??? Y eso qué es lo que es??? . Vamos a hablar con Mr. Google…

Y me siento en una silla, delante de una mesa e intento escribir algo sobre el mundo… puff… qué pereza… qué difícil y complicado. Y me olvido de esa palabra, FILANTROPÍA. Suena a palabra aburrida…

Más tarde escribiré, será mejor… quizá en mi sofá, con mi gato al lado que tanto amor me da, sea más sencillo.

Érase una vez una mujer que vivía en un mundo “normal”, un mundo normal y “redondo”. Hoy voy a llevar a las hijas al parque, mañana vamos al cumpleaños de los primos, el viernes es un día especial pero estamos cansados, el sábado hay que salir a pasear en familia pero hay que divertirse y para ello nos vamos al centro comercial que hace frío. Hoy es domingo y toca abrazo, el abrazo de los domingos. Quizá vayamos a ayudar a mi amiga Pepa que está de mudanza pero quizá… porque pueda que de repente me encuentre regular y no pueda… Érase una mujer-madre-esposa (quizá ya casi solo madre-esposa) que vivía en un mundo normal-redondo-ordenado.

Pero si un día la vida decide que tu vida es demasiado normal-redonda-ordenada, quizá, solo quizá, se te vuelva extraña-semicircular-desordenada. El viernes no estés cansado, el sábado decides que no vuelves al centro comercial y el domingo hago lo que me da la gana y no quiero un abrazo que no sea de oso.

Quizá dentro de ese desorden aparezca una multitud gritando y tú no oigas más allá de tus pestañas, pero si cierras los ojos, las orejas y hasta los pies, quizá, solo quizá, consigas ver más allá, ver que realmente el mundo no tiene forma, nada es normal y que la forma, el orden y el color lo decides tú.

Si un día, en ese nuevo “caos”, decides que tienes que remar contra viento y marea, aunque duelan las palabras, aunque duela hasta la respiración… quizá te darás cuenta que hay un mundo más allá, un mundo distinto, pequeño, sin forma. Un día en ese caos, quizá, empiezas a darte cuenta que tú eres el pintor del cuadro, que nada ocurre por…“¡¡OH!! QUÉ CASUALIDAD”, y que la vida la fabricas tú y la pintas del color que más te gusta.

Quizá un día te das cuenta que si consigues entrar en el alma de un inmigrante, si consigues jugar y reírte con un autista, tienes una conversación simpática con un gitano, bailas sin parar con el hijo del vecino con parálisis cerebral, quizá si dedicas unos pocos días de tu “maravilloso tiempo libre” a estar y entender a esos “no normales, a esos raros o a gente no corriente”, solo entonces, si lo haces con el alma, sin pensar qué dirán o cómo te mirarán… quizá si terminas llorando porque no es justo, porque te das cuenta de que hay seres felices en su mundo desordenado, básico e informe, porque te das cuenta que eres rico y afortunado y muy desagradecido… Quizá entonces te darás cuenta que realmente el mundo no tiene forma, no existe lo “normal” y que cuanto más das, más feliz eres…y que además ENGANCHA. Porque de repente descubres un mundo, generoso, amable, sensible, donde solo tienes que ponerte los zapatos del compañero y caminar en sus zapatos para darte cuenta que merece la pena dar y no esperar más nada. Solo sentir, comunicarte, reír, emocionarte y vivir.

Y ojo, que tiene efectos secundarios, consultar con el especialista y no tomar sin prescripción médica porque pueden aparecer en tu vida amigos de los grandes, personas que te sonríen porque te quieren, seres que te miran a los ojos porque te extrañan y en ocasiones hasta puedes tener abrazos sinceros…

Érase una vez…. Un día normal, redondo y ordenado, cuando una “mujer” recibió un email. Se sentó, lo abrió, lo leyó, y ese día descubrió una palabra nueva que ignoraba que existía en su mundo: ¡FILANTROPÍA!

¡¡CÁSCARAS!!

 

Sonsoles Cervera
Coleccionista de sonrisas.

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